A LOS 85 AÑOS DE LA MUERTE DEL P. MIGUEL AGUSTÍN PRO JUÁREZ S.I., Beato y Mártir de Cristo Rey

¿En qué paso va el proceso de canonización del P. Pro?

 

Del martirio a la beatificación


El P. Miguel Agustín Pro Juárez S.I. muere fusilado, Mártir de Cristo Rey, por órdenes de Plutarco Elías Calles, el 23 de noviembre de 1927. Su entierro fue apoteósico. Una multitud se congregó para escoltar el cadáver del P. Pro, desde la Colonia Roma, hasta el Panteón de Dolores.

 

El culto al Mártir de Cristo Rey se dio de inmediato. Miles de personas acudían a la cripta donde descansaban sus restos. El entonces Hermano Sanchitos S.I. cuidaba la cripta del P. Pro y veía que se celebrar la misa en su cripta, el día 23 de cada mes.

 

Los jesuitas de México introdujeron ante el Vaticano la causa de beatificación y canonización del P. Pro y ella tuvo que enfrentar varias revisiones. La primera no tuvo mayor dificultad: la demostración de la buena fama e integridad de vida del P. Pro. El examen de ortodoxia la sus escritos tampoco hubo óbice.

 

El primer problema fue demostrar que el P. Pro era inocente del atentado que sufrió el General Álvaro Obregón, amigo del Presidente Plutarco Elías Calles y candidato para reelegirse y sucederlo.

 

Su inocencia quedó patente por la confesión del Ing. Segura Vilchis autor, planeador y ejecutor del ataque.

 

Con esto quedó también demostrado que el P. Pro no “provocó” el ser fusilado y en consecuencia que murió realmente como mártir. Por su carácter de auténtico mártir la condición para su beatificación quedaba cubierta: el P. Pro era beatificable y no se requería que se le atribuyera la realización de algún milagro para poder ser declarado Beato de la Iglesia.

 

Una dificultad externa de la beatificación fue la inconveniencia de proclamarlo beato y que ello no pareciera una recriminación al gobierno mexicano del cual había sido víctima. La lejanía del humo de los fusiles de la Cristiada y el establecimiento de relaciones entre el gobierno mexicano y el Vaticano disiparon la apariencia de que la Iglesia pasaba la factura de la Persecución y de los mártires cristeros al gobierno mexicano.

 

El Presidente de la República, José López Portillo, recibía en el aeropuerto de la Ciudad de México al Papa Juan Pablo II y el 25 de septiembre de 1988, proclamó “Beato” al P. Pro, dándole el título de mártir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Traslado de los restos del P. Pro a la Parroquia de la Sagrada Familia

 

Por otra parte, los restos del P. Pro, juntamente con la caja en que fue enterrado, fueron trasladados a la Parroquia de la Sagrada Familia y puestos en la capilla derecha al fondo del templo. Con el tiempo el P. Fernando Suárez S.I. mandó elaborar una urna de plata para que los contuviera y ésta fue situada al frente del templo, al lado derecho del presbiterio, donde actualmente se encuentran, para la veneración. Al colocarse el actual altar monolítico de la Basílica del Tepeyac, fueron solicitados algunos restos del cuerpo del P. Pro y fueron solicitados como reliquias y depositados en él.

 

 

El proceso de canonización

 

A diferencia de la beatificación para la que la calidad de mártir da cabida, la canonización –que sea declarado santo- que lleve a los altares al P. Pro requiere que él haga un milagro. No se trata de cualquier milagro.El milagro que canonizará al P. Pro tiene que ser un milagro médico. Algo que no tenga explicación desde el punto de vista del tratamiento recibido, sino de la sola fe.

 

El P. Fernando Suárez S.I., antiguo Vice Postulador de la Causa, cuenta detenidamente un milagro que estuvo a punto de conseguir la canonización del P. Pro. Un niño quedó de muerte, en un accidente automovilístico sufrido a muchos kilómetros de Torreón. Cuando lo natural hubiera sido que muriera, guiada la familia por el P. Ramón Sevilla S.I. lo encomendó al P. Pro. Asombrosamente se fue recuperando ¡y sanó! Como Vice Postulador, el P. Fernando realizó varios viajes a Torreón para recabar los testimonios y los documentos médicos, así como el parecer del tribunal formado para el caso, según lo establece el ordenamiento de la Santa Sede.

 

Armado el expediente y debidamente lacrado, lo envío por valija diplomática a la Congregación de los Santos, en el Vaticano. Los meses pasaban y la Congregación no reportaba que hubiera recibido el paquete. A bayoneta calada el P. Molinari S.I., Procurador de las causas por parte de la Compañía, en el Vaticano, entró a las bodegas de la Congregación y Voila! ¡Ahí estaba perdido el envío, en las bodegas de la Congregación!

 

Y empezó la revisión del expediente por parte de la Santa Sede. Pero dónde no va apareciendo en una de las cartas de los médicos peritos la expresión “…estamos ante un caso excepcional de curación; pero, aunque inusual, casos similares sanan por el tratamiento médico recibido…”

 

¡¡¡¡El P. Pro se quedó a un renglón de ser canonizado!!!!

Misa de Radio Fórmula en el programa Encuentro con tu Ángel, de Mario Córdova, el sábado 8 de septiembre de 2012, en la Parroquia de la Sagrada Familia
Misa de Radio Fórmula en el programa Encuentro con tu Ángel, de Mario Córdova, el sábado 8 de septiembre de 2012, en la Parroquia de la Sagrada Familia

 

 

 

La canonización del P. Pro en el presente

 

Mes con mes se reciben decenas de testimonios de acciones de gracia por curaciones y otras gracias obtenidas mediante la intercesión del P. Pro. Todos ellos quedan en eso, en “favores del P. Pro”.

 

“Caí desde un tercer piso y milagrosamente, por intercesión del P. Pro, no morí y me estoy recuperando”.


“No tengo con qué expresar mi gratitud a Dios porque, por mediación del P. Pro, tuve leucemia y hoy me encuentro totalmente sana”.


“Drogadicto, maleante, homosexual, contraje el VIH-sida; estuve a punto de morir; pero por medio del P. Pro, a quien me encomendó en su desesperación mi mamá, Dios me concedió restablecerme”.

¿Qué dificulta y qué facilita el proceso de canonización del P. Pro en el presente?

 

Lo primero es la diferencia del momento histórico existente ente la Cristiada y la Posmodernidad que vivimos. Las actuales generaciones ya no viven el ambiente de acoso y heroísmo vivido durante la Cristiada y la Persecución religiosa y nuestra cultura actual no es la de andar dando la vida por ideales. El P. Pro no encarna el drama de la propia vida actual atosigada por la desintegración familiar, la inseguridad, el escape de los problemas mediante las drogas, el alcohol o simplemente “el dinero fácil”.

 

No por eso deja de darse una empatía con el heroísmo del P. Pro frente a la forma violenta con que muere. Ver caer el cuerpo atravesado por las balas y yacer hecho un garabato frente al soldado que le da el tiro de gracia, conmociona a los actuales jóvenes.

 

Lo segundo, derivado de lo anterior, es la necesidad de actualizar la figura del P. Pro. Propongo dos aristas especialmente significativas para el presente:

 

  1. El P. Pro y los derechos humanos

De esto poco diré porque con gran acierto a nuestra obra de defensa de los derechos humanos tiene el nombre de Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez. Y, en efecto, Miguel Agustín muere víctima del atropello de sus derechos humanos de vivir y practicar su fe, y de no tener un juicio justo. Cuando Lydia Cacho es secuestrada por el Góber Precioso como pago del financiamiento de su campaña o Presunto culpable pone en escena la realidad cotidiana de la injusticia de los procesos judiciales en nuestra patria, se vuelve a hacer presente lo que fue el camino que llevó al P. Pro a morir fusilado por Cristo Rey, en lo que es hoy el Edificio de la Lotería Nacional, en el Paseo de la Reforma de la Ciudad de México.

 

  1. El P. Pro y los enfermos

Seguramente en más de un momento de esa noche previa a ser fusilado el P. Pro volvió a revivir esas palabras de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio en las que lleva al ejercitante a ofrecer su vida incondicionalmente a Dios para servirlo como compañero de su Hijo en la construcción de su Reino: “Eterno Señor de todas las cosas, yo hago mi oblación, con vuestro favor y ayuda, delante vuestra infinita bondad, y delante vuestra Madre gloriosa, y de todos los sanctos y sanctas de la corte celestial, que yo quiero y deseo y es mi determinación deliberada, sólo que sea vuestro mayor servicio y alabanza, de imitaros en pasar todas injurias y todo vituperio y toda pobreza, así actual como espiritual, queriéndome vuestra sanctísima majestad elegir y rescibir en tal vida y estado.…” EE [98].  


 

La “oblación de mayor estima y momento” es el eje de la experiencia de los Ejercicios y la que centra nuestra vida en Dios… y también nuestros momentos de debilidad, nuestra enfermedad y nuestra muerte. Nos hace vivir en las manos de Dios y también enfrentar en ellas nuestra enfermedad y nuestra muerte.

 

En el cuidado de los enfermos –que incluye el apoyo a sus familiares- la figura de Miguel Agustín Pro Juárez S.I. puede allanar el camino para poner en el camino de la disponibilidad a la voluntad de Dios para recibir la salud… o el paso a la vida en su casa. Me parece que la atención y el cuidado de los enfermos no debe ir por la de perseguir el milagro que lleva al P. Pro a la canonización, sino de ver la vida y la muerte como la oportunidad de vivir el milagro de Dios: ver su infinito amor en el don de la salud y en el don de acogernos en su seno.

 

Si en esto se da “el milagro” que pide la Iglesia para declarar santa a una persona ¡qué bueno! Pero nuestro interesse que diría San Ignacio- EE [189] no es buscar el vano honor del mundo EE [142], sino “en todo amar y servir a su divina majestad.” EE [233]

 

 

 

 

 

El tiempo de Dios y nuestro tiempo

 

El P. Pro llegará a ser reconocido como santo cuando Dios lo determine. Sólo Él sabe hasta cuando quiere guardar in pectore –como se dice del nombramiento de un cardenal que el Papa no puede dar a conocer en público para no poner en peligro su seguridad u otro motivo muy poderoso- la santidad de Miguel Agustín. Somos nosotros los que no tenemos en nuestras manos el tiempo de Dios; sólo tenemos nuestro tiempo. Y nuestro tiempo es de premura. La violencia, la corrupción, el cinismo político, la ineptitud, la destrucción de la ecología, el desmoronamiento de nuestras familias no los podemos remitir a algún rincón de la eternidad. Los tenemos enfrente. Nadamos en ellos. El agro domínico, el campo de Dios, como llama San Ignacio a nuestro mundo es preocupante.

 

Conocemos sus raíces. ¿Quién no recuerda las “redes y cadenas de cobdicia de riquezas.. el vano honor del mundo, y la crescida soberuia;…y destos tres escalones… todos los otros vicios.” con que San Ignacio sagazmente describe la estrategia del maligno en los Ejercicios? EE [142]

 

El truco es muy viejo. El chavo que por $10,000.00 al mes se enrola de sicario y sueña con llegar a ser un gran capo. El político quemado que ve el final de su carrera y chapulinea de siglas para que el brillo de sus pasadas glorias lo lleven a relucir en el partido minoritario que lo “acoge”… O simplemente el hombre maduro que decide “cambiar de modelo” porque siente que con su actual costilla “desperdició la oportunidad de vivir su adolescencia”.

 

Tenemos una cultura permisiva, hedonista y sentimentalista. Una cultura del “todo se vale”, “qué chido” o “qué cool” -según el estrato social que use la expresión-, del “denle una nueva oportunidad”. Ahí, en esta “frontera” es donde tenemos que inculturar el vivir la vida con radicalidad, con la raíz hundida en el compromiso definitivo de amor, según lo hizo Jesús, y a lo que nos conduce el camino allanado por San Ignacio, en los Ejercicios.

 

El vivir la vida con esa radicalidad lo encarnó Pro y por ello es una figura que puede inspirar nuestra inculturación del Evangelio en la actual “nueva frontera” de violencia, corrupción, cinismo político e ineptitud que vivimos.

P. José Amado Fernández Ruiz S.I.

Vice postulador de la causa del

P. Miguel Agustín Pro Juárez S.I.

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  • ·  Oficina promotora de la Canonización y Museo Padre Pro     

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